Miércoles
Día 3 de Julio Kilómetros
recorridos: 735
De
Caserta a Nápoles… pura adrenalina!
Amanece
en Caserta, un día espléndido, en una cafetería cercana nos sirven un buen
café, lo acompañan de un vaso de agua muy fría, esa costumbre la pudimos
comprobar hasta llegar a Bulgaria.
Las chicas que se encontraban en la recepción del hotel demostraron gran interés por el viaje, aunque no acababan de creérselo mucho, subimos a nuestras motos y nos dirigimos a Nápoles, a medida que nos acercábamos a la ciudad la manera de conducir cada vez era más imprevisible, los tres accidentes que vimos poco antes de entrar decían mucho… aquello era la ley del más listo, lo cierto es que nos adaptamos con mucha facilidad dentro de aquel caos!, será porque venimos de la ciudad con más motos de Europa?, creo que eso se nota mucho a la hora de esquivar y sortear todo tipo de obstáculos, vimos de todo!, lo bueno es que cuando conduces como ellos empiezas a disfrutar de lo lindo y incluso con las motos cargadas a tope.
Las chicas que se encontraban en la recepción del hotel demostraron gran interés por el viaje, aunque no acababan de creérselo mucho, subimos a nuestras motos y nos dirigimos a Nápoles, a medida que nos acercábamos a la ciudad la manera de conducir cada vez era más imprevisible, los tres accidentes que vimos poco antes de entrar decían mucho… aquello era la ley del más listo, lo cierto es que nos adaptamos con mucha facilidad dentro de aquel caos!, será porque venimos de la ciudad con más motos de Europa?, creo que eso se nota mucho a la hora de esquivar y sortear todo tipo de obstáculos, vimos de todo!, lo bueno es que cuando conduces como ellos empiezas a disfrutar de lo lindo y incluso con las motos cargadas a tope.
Cálida despedida, son encantadoras, lo mejor del hotel, ahora Italia ya tiene un nuevo club de fans!
Curioso parking del hotel en Caserta
Nápoles..., sin alejarse un metro de nuestras máquinas.
En
las faldas del Vesubio, Nápoles
Nápoles,
una ciudad en la que hay que tener mil ojos, en ningún momento nos podíamos
alejar ni unos metros de las motos, todos las miraban con “excesivo” interés, se
acerca la hora de comer y decidimos acercarnos al Vesubio, un espectacular volcán
situado en un verdoso parque natural, el escenario ha cambiado radicalmente.
Subiendo
el camino nos encontramos un pequeño pueblo, allí, un puesto de frutas y charcutería, "La Dolce Sosta" (La dulce parada), que regentaba Angelo, un italiano de “película”, bata blanca engominado y de
largas patillas quien se ofreció a elegir el relleno de nuestros súper bocadillos,
a su antojo, los cargó de carne en salsa y berenjenas, esbozando una leve
sonrisa, pensaría, “estos no se lo van a acabar”, por una parte estaba en lo
cierto, de la mitad que sobró de uno de ellos pudimos casi cenar en el barco que
nos llevaría a Grecia esa misma noche.
No consiguio el reto... parte de este bocata serviría de cena...
No dejé ni las puntas... la "pájara" llegó después.
"La dolce sosta", (La dulce parada), curioso local, frutas, colmado, bar, zumos...
Detrás, el Vesubio, la vegetación espectacular!
Hacia Bríndisi… la primera “pájara”
Introducimos
coordenadas en el GPS y ponemos rumbo a la ciudad de Bríndisi, durante el
trayecto, algo que se acerca volando tengo que esquivar, es una tapa de la
guantera de la Burgman, imposible pararse a cogerla!, poco después, el sueño ( recuérdese
la mala noche en Caserta), y el fuerte calor empiezan a pasar factura, llega
pues la primera “pájara“, del viaje, momentos duros en los que llego a ver los
guardarrailes a pocos centímetros de mi, necesitamos parar en un área de
servicio y tumbado en el suelo a 32 grados a la sombra, aún puedo dormir un par
de horas, suficientes para poder seguir sin más problema.
Bríndisi…
otra vez peaje gratis
Llegando
a la salida de Bríndisi, introduzco el ticket de la autopista pero no lo
reconoce, no hay manera!, lo intento de todas formas y la valla no se abre!, apretó
un botón de ayuda y espero… sin saber como veo que esta vez la barrera se abre y salgo pitando
como una liebre, casualidad?, quizás, pero esta vez me ahorré 15 euros, vamos!,
crucé Italia gratis… aunque no sería éste el único país que pasamos por la “cara”…
Brindisi,
problemas en puerto… casi perdemos el barco!
Llegamos
al puerto de Brindisi, directamente a la terminal donde efectuaremos el
check-in, imprescindible para coger los pasajes del "Catania", el barco que nos llevará a Igoumenitza, Grecia, una sala enorme,
varios camioneros forman pequeños corrillos, me acerco a la ventanilla,
extrañamente no hay nadie, y tres funcionarios a su rollo, uno se acerca y le
entrego la reserva… bufffff!!!, cambia la cara me mira indignado y me dice con
los dedos juntos por la yemas mirando hacia arriba al puro estilo Napolitano:
“Quaaaa!!!, si arriva
alle sette e la nave parte alle sette .. ma ci fai qui?!!!”
Vaya
marrón, llegamos a las siete la misma hora que zarpaba el barco, pude escuchar
mil insultos, reconocí, “putana”, sin conocerla creo que se acordó de toda mi familia, vaya personaje!, los tres empiezan a gritar, uno
de ellos rompe los tickets de la máquina al sacarlos de mala gana y tiene que
desmontar parte de ella, con un bolígrafo intenta sacar los trozos mientras un
compañero suyo le grita recriminándole que estaba empeorando las cosas, los
camioneros se empiezan a reír mientras el tiempo pasa y los nervios crecen!,
finalmente monta el expendedor de tickets y estos salen tras darle varios
golpes, me los tira al mostrador, le doy las gracias y el enfadadísimo dice “grache?, veniamo veloce!”, o algo
así.
Antonio espera tranquilamente fuera, relajado y sin saber nada, cuando me ve salir pitando le grito, corre, el barco sale ya!!!, prácticamente derrapando llegamos a la popa del humeante barco, fría recepción, mas gritos!, nos indican parar y subir a bordo inmediatamente, aquí no hay ni butaca ni camarote… todo el mundo al suelo!, vaya frasecita!.
Antonio espera tranquilamente fuera, relajado y sin saber nada, cuando me ve salir pitando le grito, corre, el barco sale ya!!!, prácticamente derrapando llegamos a la popa del humeante barco, fría recepción, mas gritos!, nos indican parar y subir a bordo inmediatamente, aquí no hay ni butaca ni camarote… todo el mundo al suelo!, vaya frasecita!.
Somos los últimos en llegar, por fortuna el embarque de vehículos del "Catania" lleva un ligero retraso.
A bordo las motos son fuertemente "trincadas"
A
bordo del “Catania”, atardecer navegando rumbo a Grecia, donde vamos a dormir?
Ya
han pasado los nervios, ahora toca buscar sitio donde dormir, no obstante el
atardecer en el mar Adriático nos distrae de este cometido y disfrutamos
contemplando este espectáculo… todo un regalo después de un día tan duro, tampoco pegamos ojo!, ya son dos noches!!, recordáis Caserta?, pues vereis como la fría Grecia no nos va a perdonar la falta de sueño.
Nuestras butacas... fue mas cómoda la cubierta.
Buen momento después de una dura jornada
Por vivir estos momentos, todo merece la pena!
El Adriático y su cálida luz por la popa
Cazando el sol
Antonio ya tiene sitio..., clase "preferente"
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